YO NO QUIERO
FLORES
Al empezar las vacaciones de verano y al terminar las mismas
me encuentro por la carretera, en especial por las cunetas, postes o vallas,
que se cuelgan o posan muchas coronas y
ramos de flores; rosas de varios colores, narcisos, lirios, los cuales han
costado un dinero. En algunos de los cuales se lee “quien nos dejó sin
despedirse”, y en algunos incluso se puede ver fotos de esos mismos. Todo ello
para identificar tanto el sitio como la persona que nos dejó, tanto las flores
como las notas o fotos se marchitan, se caen y se pudren, sirviendo de abono en
la cuneta junto a otra gran cantidad de inmundicia que se encuentra en ella. Si
miramos, la cuneta se encuentra llena de mugre, tornillos, papeles, plásticos,
vomitonas, meadas, escupitajos, algunos
animalillos que no respetaron el paso de peatones, sombreros de aquellos
ilustres que se pasaron en la tasca y no les dio tiempo a volver a dejarlo en
casa, el paquete de el niño que arrojado
por la ventanilla no se molesta la señora en posarlo en el contenedor, pañuelos bordados y planchados y luego
arrebujados cargados de semen, arrojados
por las ventanillas de los autos y últimamente en la primavera ya se ve también
el resurgir de cantidad de semillas que se caen de los camiones cargados de
forrajes, avenas locas alfalfa loca,
girasol, arveja y toda clase de semillas que se desprenden. Pero entre
toda la suciedad que se encuentra en las cunetas por la primavera surgen
cantidad de flores bonitas como el cardo azul, amapolas y margaritas. Todas esas semillas que, sin que nadie las
cuide, ellas solas apuestan por salir y ver la luz de esa primavera. Por eso yo no quiero flores, si es que me las merezco, prefiero las de la
cuneta porque yo también soy una inmundicia en medio de este tropel de gente
que, no sé si realmente sabemos dónde estamos o hacía donde caminamos; da igual
la carretera, la cuneta, la mina, el mar, el desierto.
Prefiero que me acompañen las flores de la cuneta porque no
se pagan y porque las compradas seguramente
por muy bonitas que sean yo no las veré;
bueno, no lo sé.
EL MOLI
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