Feliciano Villafañe
Martín:
Nací en el entonces viejo molino
de Quintanadiez de la vega (Palencia) el
29 de Mayo de 1937, hoy en parte restaurado y funcionando. Fuimos siete
hermanos, y en los años 50 significaba muchos en casa. Salimos por el
mundo a trabajar, cada uno donde Dios nos guió; yo, vine a trabajar a este molino de Boca de
Huérgano en el año 1959 , terminado el estraperlo aunque aún quedaban algunas
chispas de todo lo de atrás. La harina
de trigo que traían los camiones era toda en sacos de 100kilos y se tenía que descargaba por la noche, pues
aún quedaba gentes que tenían encomendado ese papel de “vigilar y regular”. Tanto para nosotros como para la gente a la que
se vendía la harina la contraseña era “xx” Juan, Pedro, Andrés, 1oo kilos
“xx”, así se podía justificar que
era otro producto. Este molino tenía dos
pares de piedras (francesas), luego
cambiamos una pareja para piensos, piedra
artificial. Aquí luego aprendí panadería
y algo de lechería, queso y mantequilla,
los quesos de 45 a 68kilos “gruyere”.
Aquí trabajé 15 años, me casé, y
empecé a trabajar en las obras de las carreteras de Riaño con “Huarte y Cía.”
en la cual estuve 9 años. Cuando se acabaron los trabajos , trabajé con otra empresa de construcciones 2
años, muy duros, durísimos; a continuación
2 años en otra empresa para asistir con
grúa en las obras de Riaño y las centrales de Acera de la Vega y
Villalba de Guardo en Palencia. Al quedar en el paro durante el
invierno, me busca una empresa de Madrid, AGOTRAN-SA, con esta empresa trabajo 3 años en los puentes y
centrales eléctricas del pantano de Riaño. Acabado aquí el trabajo, con la
misma empresa voy a Segovia, allí 3 años hasta acabar el pantanillo del Pontón
Alto, junto a la Granja de San Idelfonso, para agua para Segovia, y por último
10 años como autónomo.
Pero aquí no acaba mi historia,
dos días después de jubilado me viene a buscar un señor, que tengo que ir a
trabajar con él, me convence y los horarios son buenos, que es lo mejor de todo,
cobro media pensión y la otra mitad para la Seguridad Social. Esto era un
reciclaje de metales, aquí trabajé varios años, excelente empresa. Cuando me
empieza a atacar el acido úrico en los pies terminé, ya no trabajo para nadie.
Entonces fue cuando pensé: “me
voy a dedicar a escribir solamente lo que veo, lo que oigo, lo que palpo, lo
que leo y siempre, tirando a dar, porque después de los trabajos fríos,
mojaduras, madrugar, trasnochar”.
Llego a la conclusión, que ahora
que no me manda nadie voy a escribir, si
consigo recordar algo de las peripecias de la vida, aunque a mis años me falla
bastante la mente y mis escritos están llenos de faltas, defectos y descoordinación
, pero me paso el tiempo y a quien quiera leerlos no ilustran ni enseñan, pero si con ello consigo hacer sonreír a
todas las gentes y en especial a las que como yo no son estudiados y se
encuentran en soledad, enfermedad, o por la edad no pueden ver el mundo traicionero, al menos darles unos momentos de
alegría, sin dolores, sin penas y con cariño, y si he conseguido esto ya me doy
por satisfecho, y por eso seguiré escribiendo mientras “Ese” que me vigila y me
tiene sujeto por un hilo invisible y guía todos mis pasos me dé su tiempo, el
que me tiene ya marcado de antemano.
“Llegué
aquí pobre y sin equipaje pero la vida
me ha instruido y lo hace constantemente,
aunque observo que mi mente no retiene suficiente para conseguir el fin”
EL MOLI
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