Porqué Escribo

Porqué Escribo

Feliciano  Villafañe  Martín: Nací en el entonces viejo molino de Quintanadiez  de la vega (Palencia) el 29 de Mayo de 1937, hoy en parte...

jueves, 21 de marzo de 2019

EL VIVIDOR, HISTORIA REAL

       

 Había una vez hace muy pocos años y no muy lejos de donde hoy se escribe esta historia, y no miento, puesto que la mayor parte de la gente se conoce en los mercados, incluso al individuo del cual quiero narrar la historia.
 Es pues el caso que en el pueblo de Quintacumbre, había un matrimonio que vivía humildemente de los cortos dineros que en esos años les daba de pensión el entonces caudillo de España, esto, para que se enteren más de cuatro listillos que dicen que Franco no pagó pensiones. Pagó poco pero pagó, sería lo que le daba de sí el cuerpo. Pues bien, esta familia que vivía en ese pueblo tenía sus gallinas, gocho, conejos, palomas, que con unas patatas y algunas legumbres que recogían de su pequeño capital, pues pasaban el año sin hacer muchos estragos. El señor muy curioso había cuidado unos gallos muy guapos y decidió llevar uno al mercado, se preparó una jaula y aunque quizá hiciera mas falta el pollo en casa que en el mercado, de esta forma el salía de casa, iba al mercado, hablaba con  la gente y pasaba el día  y por qué no, se pasaba por la bodega en la cual pues comería el chicharro de pipote, que en aquellos tiempos pues era el plato del día junto con el bacalao y el cuartillo de vino que entonces no faltaba en ninguna mesa.
Este señor llegaba al mercado, exponía su pedrés con su cresta rey, y la gente preguntaba: “ el gallo qué”, -“1200 pesetas”, de entonces realmente no pasaría de las 500 o 600 pesetas pero al señor no le interesaba vender el gallo, porque sino no podía volver al mercado, eran tantos los días que fue al mercado que el pollo ya entraba y salía de la jaula solo, y hasta otro mercado. La señora en casa se preguntaba: “¿cómo no se venderá un gallo como este en el mercado?” pero sucedió que un día de mercado el señor estaba malo, y entonces la mujer cogió la jaula y el gallo y al mercado, nada mas llegar empezaron las chuflas y chirigotas, porque todo el mundo conocía el gallo. “Señora, ha bajado el precio. ¿cuánto pide hoy por el gallo?” –“ 600pesetas”.  Un señor dijo que se lo quedaba, pero el señor que lo compró quería la jaula también, “no, yo le he vendido el gallo, si quiere la jaula son 200 pesetas”. Aunque se hizo un poco el remolón para ver si la señora cedía al final la compro la jaula, también la señora cogió su dinero y se fue a la bodega para celebrarlo, se comió su chicharro de pipote, se metió su cuartillo de dos tragos y mojó su pañuelo en el suco que quedaba en el plato, así la quedaría el olorcillo del escabeche durante toda la semana.  
A partir de este momento su mujer le dijo que hiciera una jaula para llevar algún conejo al mercado pero ya no le dejaría ir solo a él, se irían los dos y así poder degustar el escabeche y el cuartillo.
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Acabada la jaula y al siguiente mercado, pusieron las alforjas al burro que tenían y se fueron al mercado con los conejos, como el burro andaba poco la señora le dijo: “mira, yo voy delante y voy comprando las cosas que nos hacen falta para de esta forma lo tenemos todo junto al pie del burro, le cargamos y para casa”. Así fue, ella se adelantó, llegó al mercado, y aunque no había hecho muchas compras porque su economía no daba para mucho  sí se llego hasta la tasca, pidió un cuartillo y como era pronto y no había demasiada gente charló un momento con el dueño de la cantina, un señor con mucha calma típico de aquellos tiempos, el cual sabía que el día de mercado le esperaba el no poder parar en todo el día, pero también le satisfacía el charlar con aquella mujer que sabía de donde era, y a lo que venía al mercado. Cuando empezó a entrar gente la señora se despidió con un “hasta luego” y se fue hacia el mercado, su marido estaba bajando entonces la jaula del burro y quitándole las alforjas, el mercado estaba en pleno apogeo, todo el mundo preguntaba por los precios de los diversos productos que allí se exponían, porque allí se podía hacer la compra para toda la semana. Había de todo, lechugas, tomates, puerros, berza, escarola, frutas, fréjoles, alubias, garbanzos, lentejas y toda clase de piensos, así como pollos, conejos, palomas. Incluso podía comprar o vender el burro.
El mercado servía para todo, habían pasado varias gentes preguntando por los conejos, pero les parecía un poco caro y esperaban que fuera pasando la mañana, a ver si aflojaba un poco la cosa. Mientras tanto al vecino en el mercado le preguntaron si podía cuidar un poco de la jaula, las alforjas y el burro para ir a mojar la garganta, (afirmativo) se fueron hacia la cantina que en ese momento estaba a tope, y la señora pidió un cuartillo para los dos, él no sabía que ella ya había visitado el santuario y se había metido ya su cuartillo, y ahora la mitad. De dos tragos se cepillaron el vino y se volvieron a ver sus cosas como estaban, ya que en la cantina las mesas estaban llenas. Eran mesas largas donde por cada lado se podían poner 12 o14 personas, unos estaban al escabeche, y otros al bacalao picante o los callos, al llegar donde estaban sus cosas le preguntaron al que se quedó cuidando: “¿ no pregunta nadie?” –“dicen que es caro”, entonces decidieron bajar un poco el precio pues ya el mercado empezaba a bajar.
Llegó un señor que preguntó a cuanto el conejo, -“120 pesetas cada uno”. Era un señor que se había movido mucho por los mercados, y empezó el racaneo,-“ le llevo los dos si me quita 30 pesetas” –“ no puede ser, le quito 10 pesetas en cada uno y si no les cargo al burro y para casa”. Entre tiras y aflojas el señor compró los conejos, el matrimonio cogió 220 pesetas y se fueron a terminar de hacer sus compras y volvieron a tomar su cuartillo, ya el local se había vaciado apenas si había unas 8 o 10 personas. De dos tragos se trincaron la jarrita, compraron un poco escabeche para poder hacer una tortilla en el medio de la semana y cargaron su burro con las alforjas y la jaula vacía y se fueron para casa. 
Recordemos que entonces lo más normal era pasar por un mercado y entrar en la tasca a comer el escabeche, los callos o el bacalao, jamás se dio nunca un intoxicado. Ahora con tanto listo por el mundo ten cuidado que te pueden llevar los demonios en poco tiempo, incluso el pollo de corral no se puede llevar a los mercados, son mejores los rellenos de hormonas porque se hacen primero, y aparte porque una mayoría de esas mujeres que quieren darnos consejos no sé si saben preparar un pollo, desde matar, limpiar y cocinar el pollo de corral.

¡Qué solos quedan los pueblos y nadie tiene la culpa!
Politiquillos, sabed que los pocos que quedamos por los pueblos también tenemos pescuezo...





                                                      EL  MOLI 

ADICTO AL PERIÓDICO

                              
   
Resultado de imagen de cronica de leonDespués de muchos años de lectura de periódicos, unas veces en quiosco y otras suscrito a algunos de ellos,  ya que cada cual tiene su página, su viñeta, su contraportada, sus anuncios y, cómo no, un poco de farándula. En este año de 2015 como no se podía salir todos los días por él, debido al tiempo, pues decidí suscribirme, no sé si más caro o más barato. En quiosco un goteo diario,  en subscripción más barato pero todo en mano y de una vez, como no soy estudiado no sé cual es mejor,  lo que si noto es la falta de él cuando no llega al día por falta de correo, y sientes como si después de comer no tomas postre o te falta el café o el orujo, cuando llega me pasa justo como al fumador o el bebedor hasta que llegan al pueblo o bar donde comprar la adición, y en ese momento ya nos sentimos todos llenos, como si nuestro cuerpo estuviera totalmente satisfecho,  yo lo siento como más íntimo, como si en ese momento llegara un amigo, que te saluda y te llena de noticias; yo, en  primer lugar, en cualquiera que coja lo primero la contraportada, ya que casi todos tienen buenas columnas, a otros, lo primero el futbol o los anuncios. A continuación suelo dar un vistazo a los grandes enunciados,  para luego ver cual es de mayor importancia , en esta segunda vuelta ya me suelo fijar en las cartas al director que todo el mundo tiene derecho a aplaudir o criticar cualquier noticia, algunas noticias nos ponen de buen humor, otras nos hacen blasfemar y acordarnos de ciertas personas, en las viñetas las tenemos alegres, simpáticas, tristes, con gracia y aún de más tipos; la que más me ha impresionado en un periódico ha sido la del “Manennken”, el niño que se encuentra en un rincón de la  “Grand  Place” de Bruselas, que yo he tenido la suerte de estar  allí y que está de pié y desnudo, de aproximadamente 50 cm, con alegría meando en una pila de la fuente, es el símbolo de la ciudad junto al “Atomiun” y la “Grand place”.
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 Pues en la viñeta en ese periódico está sentado y triste, no está de acuerdo con los atentados de su ciudad  a la que tanto daño han hecho, y luego en las noticias tanto nacionales como provinciales tenemos la bolsa, que no entiendo nada, unos dicen que vamos bien y otros que no. Los anuncios, comprar, vender y por último las esquelas, que como ya voy para mayor las miro por ver como van  los años, 78-75-82-90, alguno de 100 pero pocos y como estoy próximo a los 80 me tengo que preparar. Porque ya mi madre, cuando éramos pequeños, en los años  37-40  y dando guerra a todas horas, con las familias largas de 6-8-10 y más rapaces nos decía como una maldición: “Cuando os moriréis todos de 80 años”, pensando que a esos años no llegaríamos nadie, pero hoy me doy cuenta que algunos no llegaron, y los que quedamos esperamos seguir leyendo el periódico con alegría y buen humor, y que a ser posible y sin dolores pase lo que Dios quiera. Yo que me considero en el pelotón de los “cobardes” al mirar hacia mi vida anterior observo que he podido morir varias veces en mis trabajos y tareas, pero he podido ver que los valientes experimentan la muerte una sola vez, por eso creo que los que los que leemos las esquelas  no sé si somos  cobardes o valientes pero sí creo que la prensa en papel debería ser inmortal, aunque mi esquela seguro que no la veré.    (Bueno, ¡No lo sé !)     


                                                                EL  MOLI

                                                  

jueves, 14 de marzo de 2019

La Cábria (3)


En la primera semana de vacaciones en que Mariló llegó a Riaño y me enteré, me llegué a verla para saludarla y preguntarla por los suyos y para que siga contándome su vida, que me parece muy interesante.
Después de un cordial saludo, lo primero fue interesarme por todos los suyos, su contestación fue un poco negativa, pues me dijo que habían tenido de todo, tuvo que pasar por los hospitales con el marido y que después de estar en el hospital un mes, pues cuando se incorporo al trabajo la empresa cerraba despidiendo a veintitrés trabajadores, ya que era una empresa pequeña y la crisis pudo con ella. “Creo que para todos fue un gran golpe, pero principalmente para él, que empezaba a reponerse un poco de su enfermedad, y con esto pues me tocó de nuevo empezar a dar ánimos a todos. Pero él lo pasaba mal, porque siempre estuvo trabajando y trayendo para casa, y cuando se vio en casa sin nada pues lo pasó mal, aunque le quedó el paro. Pero el despido y sus derechos allá están, no se sabe que pasará, yo sigo dando ánimo y fuerzas a todos y ya les digo que como el piso ya lo tenemos pagado pues es un poco menos el gasto, con lo que nos quede y unos pocos ahorrillos que tenemos pues nos tendremos que arreglar .
Pero los hijos, que son dos, un hijo y una hija ya van siendo mayores y tendrán que buscarse su vida  ¡la mía no ha sido nada fácil! pero después de todo lo que he pasado estoy contenta porque he sabido llevar el timón de la casa y de la familia, ellos también me ayudaron a mi cuando al poco tiempo de salir de casa muere el padre, que aunque mayor siempre nos daba animo, fueron días malos pero el tiempo lo cura todo y lo vas llevando.
En mi separación de los míos sentía mucho el teléfono, las cabinas unas veces no funcionaban, otras cogían el dinero y no podías hablar, menos mal que llegaron los móviles y ahora hablo todos los días con ellos.
Los hijos ahora se quieren casar, pero los trabajos no son nada seguros y los ahorros pocos, ya que llevan poco tiempo trabajando así que como todos en casa no vamos a caber pues seguro que la historia se repetirá, alquilarán piso y cuando puedan comprarán, aunque yo estaré con ellos en lo que pueda para que no pasen lo que yo pasé. Fueron muchos años de fregar pisos y escaleras, luego he trabajado en empresas, dos, tres y cinco años; y ahora en la que trabajo ya llevo cinco años, espero jubilarme en ella y si así fuera me quedaría una pensión no muy grande, pero con lo mío y lo del marido no tiraremos cohetes pero si Dios nos da un poco de salud viviremos unos años sin grandes preocupaciones y podremos olvidar mis primeros años fuera de casa cuando apenas nos llegaba para lo mas imprescindible.
De lo que más me acuerdo ahora es de mi casina del pueblo donde nací y me crié, y me llegan todos aquellos recuerdos de ir por agua a la fuente con el botijo y la cántara, serpenteando los gurrupetazos  que las veceras dejaban al salir al pasto.
Recuerdo el nacer de la hierba en primavera brotando por todos lados, el rocío de la mañana con sus gotas de agua brillantes como perlas, como que alguien las hubiera colgado de sus puntas, recuerdo el sonido de los cencerros al subir por los montes, recuerdo el ladrido del perro al volver el ganado al pasto, recuerdo el crok-crok de las perdices alrededor de los brezos, recuerdo el canto de los gallos de tía Eduviges en lo alto del leñero
y el olor característico del robleto que despejaba la respiración, recuerdo el golpear de la pala al hacer vereda en la nieve, recuerdo el frite en la sartén de las truchas pescadas en las cavas y fritas con el tocino curado al humo.
Y recuerdo cuantos recuerdos quedan en mi mente y que me llevaré para siempre en mi último viaje.
Pero tengo en mi mente que el botijo que yo llevaba a la fuente está aún hoy en día en bajo de la alacena, con los derribos las vigas seguro le protegieron  y estoy segura que aún no está roto y tiene el agua de la fuente, aunque seguro estará contaminado con el putrefacto agua de este asqueroso pantano que con engaños y mentiras nos inundó, y que las gentes que  tenían que regar también se fueron.
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¿Quién se aprovecha de esa agua ahora? “
En ese momento Mariló soltó dos raudales de lágrimas sobre las mejillas, al tratar de poner mi mano sobre el hombro de la mujer para apoyarla y darle animo, pude notar que yo también me había emocionado pues yo conocía perfectamente las casas inundadas, ya que había entrado en ellas muchas veces con los sacos de harina de cien kilos, tanto para el consumo humano como para los animales, y en todas pude ver y sentir el sublime café que en todas las cocinas estaba permanentemente el pucherín, en la lumbre día y noche y durante todo el año, entonces sentí que aquella historia también me salpicaba a mí.
No hubo tiempo para más, me despidió con un “volveré a verle.”




                                              EL  MOLI