Era
un día de primavera cuando los primeros rayos de sol caen sobre la hierba y en
las puntas de las hojas las gotas de agua brillan como si fueran diamantes. Eran
aquellos años setenta cuando apenas rodaban coches por las carreteras, que sin
asfalto mas bien parecían unos malos caminos.
Acaeció
que un señor llamado Clemente que generalmente pues se dedicaba como todas las
gentes de los pueblos a varias cosas, como era agricultor, ganadero y también
solía de vez en cuando comprar y vender algún ganado para poder tener su economía un
poco más a flote. Este día de primavera como digo se encontró con un amigo al
que también le gustaban las ferias y los mercados, pero este solo iba por ver
qué se freía por allí. Después de charlar un rato le dijo Clemente al amigo
Porfirio, este con coche: “-¿me llevas mañana a Cervera que es la feria de los
ramos?.
-Bueno
pero me pagaras la gasolina y ¿la comida?. -Eso ya veremos según se de la feria.”
A la mañana siguiente los dos amigos se fueron desde el pueblo hacia la feria,
al amanecer ya estaban en la feria donde se escuchaba un gran murmullo de la
gente. Entonces había grandes fériales por toda la geografía española, es más,
luego se arreglaron muchos de ellos y total para nada, todos quedaron desiertos.
Llegados a la feria observaron la gran cantidad de vacas, mulas, jatos y de toda clase de ganado; después de
asistir a un trato al cual llegaron cuando ambas partes comprador y vendedor se
estaban dando la mano y “TRATO HECHO”, lo cual valía mas que hoy una firma de
notario. Los dos se comprometían, uno a pagar el animal y otro a entregarle sin
ningún impedimento.
Empezaron
a ver todo el ganado del ferial a la vez que trataron en varios terneros y
algunos compraron. De los que les pedían cuatro mil pesetas los compraron a
tres mil quinientas. Pasando por la feria vieron una vaca de buenas carnes y
bien plantada. “ -¿Quién la vende?”
“-Aquí
se vende”, contesto una joven de buena presencia, alta, con buenos colores en
la cara, labios carnosos, buenas curvas y mejores cimientos.
“-¿Cuánto pide?.
-
Treinta mil pesetas.
-
UFF donde vas si la tapan los billetes, te doy veinticinco mil.”
Ante
este tira y floja se remolina la gente, uno grita:”- dala ventisiete mil
pesetas. -No así no, hasta luego.”
Se
fueron y en el andar por la feria le dijo Clemente a Porfirio: “-Esta tiene que
ser para mí. -Pero ¿La vaca ó la joven?. -No hombre no, la vaca, que para
la joven no tengo pesebre.”
A
continuación vieron un jato que al
preguntar por el precio:
“-Seis
mil pesetas.
-Cuatro
mil quinientas.
-No.
-¿Pero
no ve que tiene poca carne y tiene culo de escopeta?”
Nada,
así anduvieron por la feria, se fueron a comer sin saber quien pagaba la comida
de Porfirio pero lo deliberarían luego al volver para casa . Cuando por la
tarde volvieron a la feria Clemente no había perdido en la mente la vaca que le
había gustado, volvió y se fue donde estaba la vaca, preguntó si la había
vendido, la respuesta fue no.”-Y a sabes que te doy veintisiete mil”, se juntó
como de costumbre la gente para ver si había trato, en el tira y floja que se
organiza. En ese momento llega el padre de la joven, hombre del color que deja
el campo, el sol y el aire, de un tono quemadillo a simple vista, amable y
buena gente que al ver que a su hija la están tratando la vaca y oye una voz
que la dice “-quítale trescientas pesetas y que la lleve”, la joven “-no y no
le quito nada”. Su padre al lado de la joven ya dice:
“-Dásela, que andamos mal de cuadra y de ceba
peor.
-Pues
no se la doy ni le quito nada.” Clemente
al oír contestar así al padre le dijo:
“-Mire
la traté esta mañana y si he venido por ella era en cuenta que la iba a dar las
treinta mil, ya no se la compro porque usted no ha sabido estar en su sitio en
este momento y ella no ha sabido respetarle, pero si le voy a decir una cosa,
¿De qué pueblo es?.
-Soy
de la Valdecuriada.
-Pues
le voy a comprar la vaca en menos dinero de
lo que me pide hoy, hasta luego.”
No
habían pasado ocho días y Clemente no había perdido en su memoria la vaca y
seguidamente se puso en contacto con un amigo, compañero de correrías por las
ferias y con el chófer del coche. El amigo llamado Gabriel y el tratante
Clemente se dirigen los tres al pueblo donde se vendía la vaca, como a Gabriel
ya le había puesto al tanto de el trato Clemente a la entrada del pueblo sólo
se apeo del coche el amigo Gabriel, el cuál, después de preguntar donde vivía
el señor se llegó hasta la casa y tras llamar la primera contestación fue la de
un perro mastín que con su ronco ladrillo avisaba al dueño de que alguien llamaba a la puerta. Al llegar el amo a la
puerta y decir al perro “calla” ya dijo al visitante “pase”.
“-Pregunto
si tenía algún animal para vender.”Y este le dijo:
“-
Tengo unos terneros y una vaca.
-¿Podemos
verlos?”, preguntó Gabriel. Pasaron a la cuadra y lo primero miró los terneros,
como que la vaca no le interesara. “¿ a como los terneros?.
- A
cuatro mil.
-Me
parece mucho.
-¿La
vaca no le interesa?
-Pues
hoy solo quería terneros pero, ¿ cuánto quiere por la vaca?
-Pues
quería treinta mil.
-Me
parece mucho.” Cuando estaba pasando la mano sobre el lomo bien mullido de la
vaca: “ le doy veinticinco mil”, y entre el tira y floja quedan en veintisiete
mil. Total le compra la vaca y dos terneros, estos a tres mil quinientas. Después
del trato y con el correspondiente apretón de manos, “trato hecho” preguntó: “-¿Cuándo
lo va a llevar?
-Pues
si encuentro camión, esta tarde.” Se fue hacia el coche donde le esperaban sus
compañeros de fatigas y se fueron a buscar el camión, así fue, cargó el ganado,
lo pagó y todo terminado. Al cabo de quince días cuál no sería la sorpresa del
señor que en otro ferial el ganadero vio su vaca atada a un camión: “¿-Quién
vende la vaca?” pregunto el antiguo amo.
“-Aquí
se vende,” contesto Clemente. “-Pero si esta vaca la vendí yo ya hace quince
días.
-Sí
y yo la compre en veintisiete mil quinientas, mas barata que lo que me pedía su
hija.” Clemente dijo al padre: “recuerda que le dije en la feria que la vaca la
iba a comprar yo, pues así ha sido señor, para la próxima vez usted se ponga en
su sitio y su hija en el suyo.” Esto es lo que normalmente en las ferias se
llamaba un correate.
Todos
los nombres de este correate son ficticios para que nadie se sienta ofendido.
Jóvenes
de uno y otro sexo, ayuda a tus padres en sus equívocos y ayúdales en todo
momento pero cuando te quiera guiar por un camino que él cree que es el justo,
obedécele en esos momentos para que se vea ayudado y correspondido
EL
MOLI
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