Como ya estoy lleno de ataques y desventuras tengo que cada poco darme una vuelta por los hospitales, donde tengo mi historial y no me hace falta contarle al médico si de pequeño tuve gripe sarampión viruela o me operaron de amígdalas hernia o apéndice, cuando el doctor toca el botón automáticamente y sin yo decir nada sale un rosario casi infinito, ha tenido usted esto y esto y esto, y como naci en otra época pienso ¿Cómo este chivato sabe tanto de mí?, sigo pensando también sabrá también cuando jugué la escuela y cuando nos reíamos en misa y cuando le robamos las peras a la señora María y se enteraron en casa, después de una buena tocata y a la cama sin cenar y al levantar por la mañana ¿Qué tal las peras? Segunda tocata, el sabor de las peras seguía siendo amargo, un par de días un poco cabizbajo y andar listo porque la tormenta aún estaba muy presente, o cuando desmontamos un tejado de las casetas que entonces tenían las eras para recoger los aperos de la trilla, subir al tejado para coger los mochuelos y las abubillas que estaban siempre llenas de sarna un olor muy fuerte y pegajoso en las manos, y tantas y tantas cosas, no creo que todo lo sepa misterioso parlanchín. Pero hoy me tocó volver al hospital y al pasar por una puerta de esas que dan vueltas y tienes que seguir el compas me acompaña el nieto y ya casi nos conocen porque nos dicen haber el nieto y el abuelo, pues como digo al entrar en la puerta me dice el nieto entra y no cojas frio que yo voy a sacar un botellín de agua a la máquina al entrar coincidí con un chavalillo que se conoce que frecuentaba aquel santuario muy de continuo, de pronto se paró la puerta, con gente por fuera y por dentro esperando el turno, en ese momento yo pensé en la película de López Vázquez (la cabina) el chaval tan pronto se enteró que aquello no funcionaba empezó a dar patadas al cristal, le serené un poco y empezó con gestos hacia las gentes de fuera que empujaran la puerta le dije tranquilo que ya viene la policía, pues no les veo es que ha pasado a coger un martillo no veo a nadie gritó el chaval y ya por fin pudo ver a un policía y un señor con un traje de colores y un maletín al llegar al lugar y abrir el maletín se le esparcieron llaves y destornilladores por el suelo y entonces soltó una sonrisa, tan pronto nos liberó de aquella pequeña cárcel, mi nieto ya estaba esperando pero el chaval salió como pájaro que escapa de una jaula, el policía que estaba esperando para preguntarnos si estábamos bien no le dio tiempo a preguntarle se perdió entre las gentes del pasillo, al subir a la planta de nuestra consulta y entrar en la sala de espera el chaval nos ve y cuchichea con una mujer pensamos será su madre, al vernos se dirige hacia nosotros y nos pregunta por lo sucedido y como se ha portado su hijo, al principio dio algunas patadas a la puerta pero luego le calme y se portó bien, me dijo que estaba mal acostumbrado y que siempre tenía que hacer lo que él quisiera porque así se lo inculcaban entonces pensé es mujer separada y cada cual enseña a su manera, me dijo que era de un pueblo cercano y que la gustaría que la hiciéramos una visita para explicarnos lo del chico que cada vez que me toca tengo que empezar de nuevo y me da igual decirle que no porque le inyectan mal y lo que quiere es que yo le castigue y de esa manera se marche de con migo. Gracias muchas gracias perdónele porque él no sabe disculparse, lo siento no puedo ayudarla pero sé lo que es una familia unida con hijos o nietos con los que pasas fines de semana o vacaciones con mucha alegría.
EL MOLI
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